El periodismo, género muy relacionado con la creación literaria y que alcanzó gran importancia social a partir del siglo XIX, tiene su origen remoto en las hojas volanderas (papeles impresos, de media cuartilla, que se distribuían directamente de mano en mano a las personas en las calles, de forma breve y concisa) que, desde finales de la Edad Media, se publicaban con cierta regularidad en diversos lugares de Europa. Con la difusión de la imprenta (método mecánico con el que se reproducen textos e imágenes inventada por Gutenberg), estos pliegos informativos de bajo precio, alcanzaron mayor difusión. Así, en el siglo XVII, nacieron las gacetas, publicaciones de carácter oficial que se editaban semanalmente. A la vez que se difundían las gacetas, surgieron los mercurios, publicaciones de carácter semestral que recogían noticias relativas a las distintas actividades comerciales de las ferias. En España, la primera publicación de este tipo fue “Gaceta de Madrid” (creada en 1661, anteriormente había sido conocida como “La Gaceta Oficial”). Ésta estuvo siempre sometida a un estricto control por parte de los censores, y no sirvió para la difusión de ideas políticas o estéticas distintas de las que interesaban al poder.
En 1758, el periodista Francisco Mariano Nipho (fundador del periodismo moderno durante el gobierno de Carlos III) funda el “Diario Noticioso, curioso-erudito y comercial, público y económico”, largo y ambicioso nombre bajo el que se esconde el primer periódico diario que se editó en España, y uno de los pioneros en su género en Europa. Estos diarios no eran como los actuales. Más que informar, pretendían educar, adoctrinar y difundir ideas. Gracias a su fácil lectura y a su bajo precio, hicieron más por la difusión de aquellas ideas que todos los tratados y libros escritos con la misma intención.
Durante el primer tercio del siglo XIX,- con las excepciones de las Cortes de Cádiz (Asamblea Constituida en España creadora de la Constitución de 1812, defensora de residir el poder en el pueblo) (1812-1814) y del Trienio Liberal (1820-1823)- el periodismo español estuvo amordazado por la censura impuesta por Fernando VII, que sólo permitió los periódicos oficiales. En la Revolución de 1868 surgen publicaciones de orientación progresista y republicana.
Los diarios se convierten en un foro de discusión política, en un marco privilegiado en el que confrontar y difundir ideas. Pero, a la vez, y gracias a los avances tecnológicos de la revolución industrial (periodo histórico caracterizado por el nacimiento de las nuevas manufacturas en las empresas como motor del desarrollo socioeconómico destacando especialmente el ferrocarril y el telégrafo) se orientan también hacia la difusión de noticias, adquiriendo así un equilibrio entre opinión e información que será característico de la prensa moderna. El autor más característico de esta época fue Mariano José de Larra (escritor y periodista madrileño nacido en 1809 y fallecido en 1837 por suicidio ante la ruptura definitiva con su amante y el descontento de la marcha de los asuntos públicos), caracterizado por su tono crítico con el que satirizaba diversos aspectos de la vida española. Así llegó a convertirse en un verdadero periodista-literato a favor del progreso y de la libertad. Entre sus artículos destaca “Vuelva usted mañana” (Artículo publicado en El Pobrecito Hablador en enero de 1833 en el que se critica la tardanza y la vaguedad de los españoles) y “La nochebuena de 1836”.
Ya, en el primer tercio del siglo XX, el periodismo fue un gran impulsor de la República aunque había otros medios más conservadores, medios que fueron los únicos que predominaron durante el Franquismo (periodo histórico conservador español surgido a raíz de la Guerra Civil entre 1936 y 1939 y que perduró hasta 1975). Con la llegada de la Democracia (forma de gobierno actual en el que los ciudadanos eligen a sus representantes por votación libre y secreta de manera universal), la objetividad de los medios ha sido la principal característica dentro de las líneas ideológicas de cada publicación, pudiendo incluir cualquier aspecto de opinión siempre que esté basado en fundamentos reales.
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